https://lapaseata.net/2017/03/08/dia-de-la-mujer-pensamiento-oblicuo/

“Una cosa que en verdad enciende mis venas son 20 siglos de un sexo dominando al otro” – José Luis Rodríguez Zapatero

Nos lo decía el profeta de antaño. El “justiciero de las mujeres” como le adjetivaba el feminismo efervescente. El Salomón inverso de la paridad, apóstol del igualitarismo plano soltaba sus frases con espoleta desde su gloria de cejas arqueadas que desvelaba un pensamiento oblicuo. Cómo no recordar a sus discípulas con sabiduría de miembros y «miembras» un día como hoy cuando, la ONU – esa maquinaria orwelliana del régimen del 45 – nos ofrece una festividad del día de la mujer trabajadora. Con la ONU topamos siempre. Ese artificio que en el 95, cumbre de Pekín, nos dictaba la defunción oficial de los dos sexos para parir in vitro una colección de géneros de lista abierta. Fermentación ideológica de ingeniería social que iba a inaugurar un siglo XXI envuelto de marxismo transformado a la persona.

Preguntaba yo hace tiempo a mi amigo Marco de Milano que si en Italia tenían esta fiebre de ir manipulando las palabras para diferenciar “géneros” masculinos y femeninos en aras de la igualdad. Me respondió que allí sucedía exactamente lo contrario, que las feministas reivindicaban el uso del masculino para producir una mayor efectividad en tan noble objetivo. Así por ejemplo bajo la palabra “abogado” se englobarían aquellas personas (hombres y mujeres) que desarrollarían la profesión sin referencias al sexo de cada cual porque lo importante es la actividad y no la genitalidad de quien lo ejerce.

La evolución de la mujer en la historia, como todas las evoluciones, tiene dos caras: una que se corresponde con una lucha noble que ha reivindicado su papel en la sociedad haciéndola partícipe y protagonista de la misma, aportando su personal visión del mundo en el espacio de lo público. Pero también otra que, de esa lucha natural, ha hecho ideología para desarrollarla en nuevas vertientes. Así como la primera ha otorgado victorias merecidas por derechos de voto, independencia, realce de su labor…la segunda ha fagocitado lo anterior para acaparar y explicar dicho éxito en clave ideológica. Es un desarrollo intelectual cultivado artificialmente en los invernaderos de los “ismos”, creando -como siempre pasa con estas cosas- un monstruo que más que explicar o intentar desarrollar naturalmente la igualdad entre sexos terminan creando un mundo enfermo, hecho no a la imagen de la verdad, justicia social, libertad… sino en base a los complejos, frustraciones y desequilibrios de los “pensadores”. Es el mundo que nace del existencialismo del “segundo sexo”, “la mujer no nace, se hace”, “la penetración es una violación en cualquier circunstancia”, “nosotras parimos nosotras decidimos”… es decir no otra cosa que aplicar esa genialidad llamada marxismo a una determinada realidad para sacar conclusiones tremendas.

Pensamiento formidable y espantoso, que va mas allá de sí mismo, en su grandeza desoladora, que sirve para todo y para todo vale. Porque se trata de olvidar cualquier derecho natural. Ya no hay nada “natural” en el mundo porque, naturalmente ya no hay “verdad”; ésta se manufactura eligiendo las piezas del juego y se desarrolla con conceptos de la época e imaginación liberadora, resentida y eterna.

Y así llegamos a lo que llegamos. La Vida y la Mujer queda secuestrada con supuestos derechos liberadores que, entre otras virtudes aniquilan a 100.000 seres al año en vientres politizados o llenan las consultas psiquiátricas de juguetes rotos con botox. Hay una legión de mujeres enclaustradas y solas en una supuesta liberación laboral y que, en esas edades complicadas, toman conciencia de una soledad que define una vocación sin desarrollar capada por imperativo ambiental: la maternidad.

Miren, repitámoslo. Ayer han matado a cuatro monjas en Yemen. Como a otras muchas, mujeres y niñas que no forman parte de la cobertura del mundo-ONU. Su pecado es servir a los demás olvidándose de sí mismas. Es decir, la antítesis del modelo de mujer occidental que se quiere formar. A esas santas y a las “marujas” pre-ONU que nos han traído hasta aquí: madres que cuidaban familias y generaciones y que son insultadas bajo ese despreciable apelativo y madres espirituales que dan el pan de cada día y nos preparan el camino a la redención va mi permanente recuerdo. Hoy y siempre.

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