La última genialidad del Dr Sánchez es hacer un plebiscito sobre su persona por el fin de tapar los fraudes de su parienta. Se podría calificar de gesto de amor, sacrificio vicario o simplemente fidelidad pseudoromántica. Pero todos sabemos que no es más que egoísmo, pues la corrupción de ella y la capacidad de servirse del poder de él, son complementarios.

Son los Bonnie y Clyde de nuestra política, guapos y sin escrúpulos que, como toda una élite globalista, están avalados por una ideología que destroza la nación por los intereses de grupo. Begoña trabaja para el patrimonio familiar presente y futuro, mientras Pedro hace los contactos que sólo se podrían hacer desde la Jefatura de un Protectorado.

Pero la visión del pueblo no llega a esto. No se trata del Poder y su ansia, sino de la formación de una élite acorde a la Agenda. Y para eso hace falta dinero, mucho. Al pueblo se le hace la pantomima de una verbena falsa, se ataca a las derechas y todo se monta como cuestión personal de interés de Estado sin tener en cuenta los hechos: Begoña es culpable o no de corrupción.No se va a discutir ese punto. Ni siquiera se va a tocar, no sea que “judicialicemos el ejercicio de gobierno”. Como a lo Pujol en el caso Banca Catalana, y tantos otros casos, los votos y la polaridad de un pueblo bizco, limpiaran cualquier fraude. En este caso los votos de izquierda e independentistas, el cáncer de España que será avalado por unos compatriotas no porque les guste, sino por no dar la razón al enemigo.

Ese es nuestro drama.

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