Queridos Reyes Magos,

Les escribo desde LosMadriles, muy de prisa, a punto de cambiar mi caballo que me llevará a la Meseta. Jaco nuevo, de último momento, con el que tardaré un poco más ya que, por problemas de última hora, he tenido que elegir otra ensilladura. Ya sabrán Sus Majestades que en la capital por ensimasmiento maniático, no sólo han dejado caballos y patos abandonados entre la mierda que recorre la urbe, sino qué, Ustedes mismos, tampoco han sido invitados a la Cabalgata. Conocen, por otras partes del Ruedo Ibérico, que serán sustituidos por una farsa que mezcla furcias varias y vividores eternos que no son ni más ni menos, que la viva imagen de los organizadores.

No se entristezcan, Majestades. Bien sé que ustedes están por encima de estos desprecios. Ya lo han visto casi todo en su viaje que recorre sin pausa, dos milenios de ilusión que sólo acabará hasta que el mundo se hiele con el sol o lo quememos nosotros directamente. Lo que me preocupa en el intervalo, Señores, es el daño que a sus únicos amigos, los niños, produzca esta farsa. Sobre todo cuando el dislate viene generado por aquellos que odian a partes iguales a Sus Mercedes y a los infantes. Mayormente porque su falta de entendimiento no duda en promover la muerte prematura de las semillas de Vida cuando, animando a que las madres se amputen su mejor parte, promueven un ensayo general al suicidio.

Porque Ustedes despertaron a la Historia para hincarse de rodillas ante un niño, y en consecuencia por y para todos los niños, claro. Por aquellos que siguen sonriendo porque lo aprendieron de sus padres, o los que ríen desde el instinto aunque estén tristes. Pero también, por supuesto, por los mutilados que, por falta de deseo, no consiguieron articular sonrisa alguna, vaya, y se vendieron los labios por partes en esta ingeniería de producción tan eficiente donde no sobra nada.

En fin, a todos esos y a otros más mayores. Yo por ejemplo. Les escribo siempre porque yo también soy niño, condición de la que se me acusa, fíjense, siendo incluso causa de discusiones pseudo sentimentales cuando dicha condición se me quiere adaptar a conceptos que quieren convertir a uno en una especie «adulta», o «madura». Palabras tan bien pronunciadas como mal entendidas. Pero ya ven, Majestades, no me dejo, no sé si hago bien. Y no es porque yo no sea un tipo serio, de orden – ácrata pero de orden – y muy autosuficiente. Atributos, digo yo, que configuran algo así…maduro, digo yo, me parece. El problema de mi falta de adaptación va a ser, quizá, que el mundo a determinada edad me produce pena, así como la Vida me fascina cada vez más. De hecho gran parte de los adultos que conozco, destilan tanto aburrimiento como hastío, dicen frases hechas, aman rutinas que matan la vida… y yo no quiero estar ahí.

Igual soy yo, no sé, ya les digo. Pero bueno, a lo importante, el motivo de la carta es saludar y pedir algo, aspecto este en que no soy bueno, tampoco. En todo caso lo más bello para mi es que sigan viniendo, aunque nadie ya les vea, excepto los ojos puros de los de siempre. No les canso más, Amigos, pero como seguro van a traer algo se lo pongo fácil para que ahorren tiempo. Pediría una soulmate con ojos de fuego y anhelo de Vida en el vientre y un Editor con coraje y talento. Entre esa mezcla que me configura, el Amor y la Rabia, yo me encargo de empujar y sacarme transmutado y mejor en este mundo. Al fin y al cabo, Ustedes y yo, trabajamos por lo mismo: buscar hincarnos de rodillas ante la Verdad y contarlo al mundo. Ya me entienden.

Gracias, Amigos

JM

PS – el vino de Toro estará en la galería donde siempre. Tomen lo que quieran. Sin prisa.

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