Esta mañana llegó la lluvia a Madrid haciendo que Septiembre florezca, por fin, duplicando el asfalto. Una fila de chubasqueros bajaban de Goya a Serrano mientras la bandera se desperezaba húmeda.

 

 Hacia mi derecha me tropiezo, casi sin querer, con el nuevo monumento anglófilo. Está casi escondido y lo han plantado nuestros liberales en recuerdo de Maggie – recién inaugurado por la alcaldesa saliente y el hijo anglo y vividor –  en Castellana 2.

 

 Como voy en meditación y no tengo claro qué escribir en este día lluvioso – me he levantado con el blues tras tanto viaje – saco la cámara para ver si capto alguna metáfora. Tras dos disparos la placa se enmarca sola entre Colón y la bandera. La inédita plaza aparece así, encogida entre tanto símbolo: mientras Colón da la espalda señalando a la memoria, la bandera se oculta entre los árboles.

 

 Me acerco para sacar un primer plano y se lo mando a Pandora, mi eterna soulmate… la respuesta no se hace esperar con una conjugación anglo-barroca del verbo «to fuck». Pandora, my love, negra-por-fuera-roja-por-dentro, siempre vestida de violeta como una musa ácrata.

 

 Sonrío y el blues me lleva en mi paseo me lleva a Bristol en la penumbra lluviosa.

 

..

 

-Can I have a Thatcher, please?
-I beg your pardon?
-A Thatcher, please,
-A what?

 

 Era mi primera semana bebiendo entre poetas en Gloucester rd y no había forma de decir «Thatcher» ni «Gloucester» correctamente. Sería así como «zaacha» y «glosta», pero entonces tenía en la cabeza el lamentable esquema del colegio y no escuchaba.

 

 -oh Thatcher, of course!

 

 Me respondió el barman cuando le señale la figura de mi amigo poeta Roger levantando su jarra en pose bohemio de Galés que recitaba a Dylan con aliento de sidra.

 

 -You can always ask for a Maggie, all right?

 

 Claro, desde entonces bebía Maggies, que era mas facil.

 

 La Thatcher era la persona más odiada del gang, y un tema complejo de sacar. Desde el continente tenía una visión de “Dama de Hierro”,  buena para los ingleses y una pesadilla para Europa.
Me encantaba su frase negando la sociedad y explicando que «eso no eran más que individuos y familias», lo que marcaba todo unos principios. Insistió en mantener la Libra y acertó, visitó a Pinochet hasta el final y se puso más allá de lo políticamente correcto. En el interior según mis amigos creó una división de la que se estaban recuperando todavía y en su entierro una gran parte entonaba el «the witch is dead» en manifestaciones a Oz.

 

 En todo caso cuando “Maggie” se convirtió en sidra todos obviamos el problema y brindamos con medias sonrisas.

 

 Never mind, hoy estaba nostálgico de lluvias y en mi camino al pasado me acerqué incompresiblemente a tomar un té en estas empresas multinacionales que dan cafés grandísimos y que tanto desprecio. Pido un té, un Earl Grey, para hacerme la boca al sabor british y escribir algo.

 

-por favor, me da una rodaja de limón
-no tenemos, lo siento

 

Me trago la bronca con azúcar – qué error venir a estos sitios –mientras pienso en esa rodaja de limón ausente y fantasmal con la que en mi isla tomaba tanto el té como la sidra “Thatcher”.

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