De nuevo gran partido de la Selección. Perdón, grandísimo. No me cansaré de decir las buenas impresiones que, desde el primer partido de la Euro, me ha hecho llegar este equipo. Me alegro más, si cabe, por el ambiente subversivo, derrotista y decadente de una gran parte del aficionado pseudohispano. Un aficionado «chiringuitero» y oyente de unos medios vendidos a las multinacionales del fútbol, sobre todo a los grandes clubes que se nutren de extranjeros sin aportar nada a la selección nacional y que ya no representan más que a una Superliga ilusoria y a casas de apuestas.

No recuerdo un ambiente tan mediocre desde la era Clemente. Entonces fue por la guerra García-De la Morena.Este partido de hoy fue especialmente importante por su intrahistoria de errores y aciertos. El desastre de Unai fue recompensado con creces por su actitud, así como por el trabajo de un Morata siempre impecable en el esfuerzo, que ha acertado hoy finalmente de cara al gol.

En todo caso esto es igual para una especie de aficionado que, deseando la eliminación de un equipo representativo del país, de todos, se emociona ante una escuadra llena de mercenarios guiris. Se han aprendido bien el mantra de «a mí no me representa Luis Enrique». Esperan al «ya lo decía yo» cuando llegue Francia a eliminarnos, pero no se cortarán en arrojar las bragas de la parienta a la Cibeles cuando ganemos la Euro.En fin, ya nos conocemos. Es lo que hay. Felicidades al equipo, y adelante siempre.

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