Es otra de las palabras malditas, como Amor, libertad…y demás. La Paz, ya no es la consecuencia de la justicia y ni siquiera la mera ausencia de guerra. «Paz» y «Amor» se definen, no por palabras, sino por una mala praxis al modo marxista, reinventándose con salsa dialéctica Hegeliana on the rocks. Si el amor dicen que «se hace» con viagras que disimulan evacuaciones precoz y orgasmos fingidos, la paz se nos ratifica con un premio Nobel anual, promovido por la industria armamentística tipo nato.

Así, ambas acciones ratifican lo contrario al origen de su esencia. Mientras el amor se ha convertido en una mera jodienda sin sentimientos implicados, como ya nos explicó Passolini en cruel honestidad, que de eso sabía mucho, la paz, por otro lado, se dogmática en clave de mofa dando un premio anual a los mayores asesinos en serie del planeta, véase Obama y esperen a los próximos candidato que claman por combate nuclear o profecías del Armagedón. Por cierto, no hablo ni de Vladimir ni de Donald, el único presidente americano que no implicó a su país en guerra alguna.

Es el signo de los tiempos, cuyo origen es muy remoto pero cuya imagen estética, se da en el 68, ese año maldito donde unos pijos flipados y aburridos, les dio por fornicar en comunas dando rienda suelta a un resentimiento acumulado que donan a una población que va a la moda, a cualquier moda. Como el jersey que pongo en portada.

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