Veo qué hoy es el día de los cuidados paliativos. Labor vital siempre y de suprema importancia ahora. Sí, mucho más hoy en día, cuando el Estado Leviatán aspira a impedir cuidado alguno, mayormente porque no habrá opción a la vida en determinadas edades y en no pocas circunstancias.

Ayudar a la gente a morir es, con mucho, más importante que ayudarla a vivir. La vida tiene más opciones, su raíz autodidacta empuja a la elaboración propia y así uno debe de tener la valentía de vivirla a su modo y con sus talentos. Para esto, se debe procurar evitar los libros de autoayuda, las malas compañías y, sobre todo, tener la suficiente inteligencia para creer en Dios. Con eso vale.

Pero la muerte, más en soledad y sin márgen de movimiento, como es lo que nos ocupa, adquiere un nivel de eternidad que, aparte de una pugna urgente para salvar el alma, ayuda a reencontrarse con la biografía. Alma y biografía necesitan de sentido con lo que una y otra se salvan mutuamente y un testigo último y cercano, pueden certificarlo.

Si, soy consciente de que decir esto no cala porque estamos en una época y tierra prácticamente atea, vacía, incapaz de sentir al prójimo como imagen divina y que piensa que la muerte es un personaje de jalogüin. Pero no olviden que ayudar a un prójimo a morir, puede salvar dos vidas.

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