Dicen que se ha celebrado Eurovisión este finde y veo en el café que se asombran los contertulios de que tal evento “está polítizado”. Apuro mi cortado y me acuerdo de la película Casablanca cuando el inspector Renoir haciendo una redada en Rick’s exclama “¡en este local se juega! ¡Que escándalo!” mientras recibía las ganancias de la ruleta.
Que Eurovisión esté, haya estado y estará politizada es precisamente la gracia del evento. De hecho es el espacio pionero público dónde siempre se ha sabido en petit o gran comité que está politizado. Las primeras elecciones europeas antes de que se inventaran mercados comunes, CEE… ya se estaban generando en Eurovisión. Nosotros lo intentamos con la OTI, ¿se acuerdan?. Un grupo hortera que cantaban canciones dedicadas a los niños o a la paz que era tan ñoño como insufrible. No cuajó, claro porque desde el 98 no levantamos cabeza.
Eurovisión ya no es solo que esté polítizada, es que es la tendencia woke antes de que se inventase la palabrita. Toda la decadencia de occidente está reflejada estéticamente en Eurovisión, entre ellas la política. España dicen que ha quedado mal por haberse manifestado, curiosamente, con la única verdad que se ha dicho en este país desde hace medio siglo: que Israel es un estado genocida. Yo hubiera dicho más, no me tiren de la lengua. Los nacionales, los del Caudillo, los vencedores del 36 también lo decimos, porque de hecho Franco no reconoció nunca el Estado de Israel, y la famosa conspiración “judeomasonica” que tanta gracia les hace, venía de por ahí.
Me importa una mierda Eurovisión, igual que Europa, pero no los Sanedrines sanguinarios. Es la forma de actuar del sionismo depredador, no de los judíos y semitas, que es otra cosa diferente al SIONISMO, a ver si nos enteramos. No nos engañemos, caigamos en trampas maniqueísmo del pensamiento débil. Estemos despiertos para vislumbrar dónde está el enemigo en estos tiempos confusos.