Putin abre el fuego en madrugada. Fue apenas después de que nuestros barones abandonaran mustios y con ojeras los sacrificiales templos de la calle Génova. Feijoo dormía sin el trofeo de caza en su hotel cuando, en la primera cabezada, apareció en la tele Vladimir con el traje de Zar, para contar el discurso bélico. Cuando lo vi entre sueños me parecía una transfiguración de prohombres desde el brillo de sus ojos claros. Me tuve que poner las gafas para centrarme. 

Esto último de Putin, lo preveíamos. El primer tiro ya sé había disparado por la NATO con sus sanciones financieras que a nivel estatal como personal fueron impuestas a Rusia y formalizadas el día antes. Lo digo sin querer justificar, válgame, pero igual no nos enteramos de estos detallitos. Aquí la propaganda solo viene de un lado y no está de más que si bien no tengamos acceso a la Verdad, comparemos las 2 mentiras. Igual llegamos al mismo sitio. 

En temas tan sucios y tan altos como son las guerras, no seré yo quien tome partido por unos jugadores que, no sólo engañan, sino que sus cartas son inalcanzables a nuestra vista. Así pasamos de guerras locales de partido a globales  de bloques; entre medias pulula un personal que, por supuesto, ya toma partido. Algo hay que tomar. Siempre con la máxima pasión y el mínimo conocimiento. Del bar al teclado, el pueblo se deja la vida en defensa de algo que nunca sabe, porque no puede saberlo, entre otras cosas, pero que además no hace esfuerzo alguno en intentarlo. En esto y en todo. 

Asimismo ayer en la cacería del señor Casado, había dentro y fuera de Génova una mayoría de rabiosos ex-fieles que hubieran atacado con la misma fiereza a los que éramos críticos con su líder… apenas antes de ayer. Ayer había que intentar degollar al cordero y punto. A Putin le pasa lo mismo. Le odian o le aman. Siempre de oídas, pero con pasión eso sí. 

El caso que tenemos más cercano fue con los de las inexistentes «armas de destrucción masiva». ¿Se acuerdan? Se hicieron dos bandos, los «no a la guerra», y los otros. El factor común de ambos no era, desde luego la denuncia del crimen matinal bélico. Los unos querían acabar con Aznar, los otros defenderlo pero ni las armas ni la gente, ni la supuesta «democracia» que había que exportar,importan nada. 

Es igual, así es la vida del ruedo ibérico en un día 23f que ya debería durar más tiempo porque tiene tanta fuerza que ya absorbe madrugadas ajenas.

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