“Pues era un lugareño con traje de pana y gorra, allá en el Burgo de Osma. Se paró enfrente de mí, me miró y dijo: Amando de Miguel, un carácter… y siguió su camino. Eso es Castilla, ¿eh?”

Ciertamente, pura y dura. Estamos prolongando la sobremesa tras un día tan especial como intenso para oír, en frase penúltima envuelta en anécdota, la mejor definición del protagonista.

Fue muy cerca de ahí, en el corazón de la patria común de los tres amigos, donde comenzó esta jornada. Temprano, nos zambullimos en el mar abierto de la Meseta, para navegar en línea recta hacia nuestra cita. Y es que “en Castilla no hay curvas”, nos cuenta Azorín y “hay pueblos cada cinco leguas, fijaros”, como nos explicaría comiendo nuestro anfitrión. Nos guía un sol recalentado de membrillos, entre tonos naranjas, cigarros y música clásica, en nuestro viaje tipo Thelma y Louise. Tras escuchar a Chopin, pasamos túneles y comienzan curvas, las calles se van estrechando, para comenzar el ascenso entre granitos a las alturas. No hay pérdida, la fortaleza, faro de cemento, nos guía, imponente desde su color tan trabajado: “tuvimos que hacer muchas pruebas para lograrlo”.

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vamos a ver el jardín, que todavía no ha llegado    Lo dice Amparo, niña eterna vestida de azul, princesa rubia de flequillo en rebeldía a juego con el carácter. Me guía entre peñascos y laberintos de piedra buscando ampliar la vista en miradores de la España eterna: “ahí el Escorial, allá el Valle de Los Caídos, no hay nieve todavía en las montañas”. Vamos por los laberintos, niños intrépidos, cuando una voz con barba sale inesperadamente desde las almenas: “¿a dónde vais?, venga, a comer”.    El señor del castillo en su gravedad de almena, nos recibe en la puerta con mandil al lado del columpio de la puerta, monumento a la infancia: Amando de Miguel, afable, bienvenidos, me coge de la mano como un saludo prolongado y el fuerte es una casa. “ensalada y tortilla, ¿de acuerdo?”. La mesa está presidida por la bandera nacional y una piña, la patria y la glándula pineal, las dos almas. “este vino es de vuestra tierra y lo toman en el Vaticano… y esos sí que saben”.

La casa huele a tortilla y libros, a entraña. Estamos en una zona civilizada de un pueblo sin ley, ya que más allá de estos muros el sheriff acaba de ser procesado y cuentan que hay casas ocupadas, incluso supermercados asaltados. Hay una barbarie fuera que avanza y este hombre, intelectual de delantal, monje y guerrero, perfil renacentista ya está a la vanguardia en su mundo para lo que va a venir.

“…me acuerdo de la peli del Doctor Zhivago cuando entra la comisaria política en la casa dice que hay sitio para muchas familias…” “si, pues fíjate si vienen aquí”.”Pero come, come”. Hablamos apurando ensaladas, esperando a la princesa que come poco y habla mucho, “la tortilla, a ver elige un ángulo”, acordamos la diplomacia de 90 grados, más vino, abriendo el diálogo a tres entre el caos presente y la memoria póstuma, proyectos inmediatos y dramas nacionales del futuro tan imperfecto pero ilusionante.    “Os hago una infusión, es buenísima”. Y el castillo se aromatiza en hinojo mientras paseamos por pasadizos de libros, ojeando un volumen en blanco “mira, es un libro mío en braille, lo hizo una alumna mía”. Pasamosentre salas unidas por chimeneas, hasta hundirnos en sillones con vocación de tertulia.   “¿te echo las cartas, Amando?” nos dice la ocurrente rubia al guerrero en un arranque paganista de inicio de sobremesa, “eso son trucos, mujer, ya me las hecha mi amigo y sé la técnica que utiliza, todo son temas universales”.“Pues ahora esta farsa está más en boga que nunca”, intervengo. Asentimos para declamar en dueto al gran Chesterton, acordando que “cuandola especie deja de creer en lo que hay que creer, se termina perdiendo”.    Empezamos los postres así, espirituales, del tarot a Chestertón para acercarnos a Roma iluminados por luces del gran ventanal de Otoño, espíritu puro. “¿Qué le parece el Papa?”, pregunto al tiempo que la sonrisa rubia se cambia a mueca, “bien, bien, hay que evolucionar aunque Amparo no esté muy de acuerdo”…  “pero es muy populista” dice la aludida, “es que viene del Peronismo, qué quieres”

   La iglesia, con la iglesia nos hemos topado, y Amando posa como Don Quijote entre sus libros, “la iglesia tiene un nivel intelectual que no ha tenido nunca. Dime una organización que tenga tanta cantidad de directivos tan bien formados, saben italiano, latín, viajan…”  Y católica, más que nunca,  “es una organización con mil millones de socios, ni el PC chino, que además  solo está en China. Tienen nuncios en todo el mundo, nunca había pasado eso”

“Pero por qué no se va tanto a misa ahora” interviene nuestra musa con un flash de foto… “hay mucho de mito en eso, a la iglesia no se ha ido mucho en el pasado. No hay más que ver  las estructuras de las catedrales. Era una ceremonia para los canónigos. Se iba raras veces.”   Las catedrales y los castillos, no puedo dejar de pensar en la edad media, desde que he llegado aquí. Entre piedras, se custodia entre estos muros la memoria de una España que se extingue, un testimonio novelado de censos y novelas, “vivimos, y es lo que importa, en una cultura católica, desde la idea de persona a la separación de los mundos político y social, eso es exclusivo del cristianismo”. Y el arte generado por esta cultura, añado mencionando un comentario de otro paisano genial, Jiménez Lozano. “si, el catolicismo popular, la forma, las procesiones, eso no ha decaído en absoluto”

  La cultura desde el Misterio, la contrareforma para responder al protestantismo forzando la cuerva hasta el barroco…”¿y la cultura no religiosa, la oficial, quien dirige eso en España?” ay, la cultura, la cultura oficial sabemos que el establishment está muy escorado hacia una parte ideológica “y eso no es justo, está desproporcionado porque la mitad vota a un lado y otro al contrario”    Deja la infusión sobre diccionarios, todo es un templo a la palabra, la cultura de verdad, “mi biblioteca está basada en España del siglo XX, eso es,allí están las novelas, Gironella y, mira esta de Delibes, me inspiró el título de mi última novela”“¡eso eso, háblanos de tu última novela, que es redonda, enhorabuena!”, dice la niña entusiasmada, pocas personas que se la han leído antes de mostrarla en crítica oficial y que fue presentada ayer.  

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   Aquí la conversación se decanta a nuestro mundo, las letras, todos los caminos llevan aquí, y nos hundimos aún más en los sillones. los amores septuagenarios es la más redonda de mis novelas, en muchas no había, diálogo, antes”.  Muy interesante, Amando viene del ensayo, del yo, de la opinión propia documental para pasar a la ficción, terreno donde hay que dejar hablar a los personajes, “me parece un salto muy complicado, desde la intelectualidad del ensayo a la novela, desde el yo a los personajes, ¿cómo ha hecho ese proceso?”“si, desde luego que es todo un paso, fue mi nieto Jorge el que me ayudó a darlo cuando me dijo una vez: no me has dado un libro – yo que siempre doy libros a mis invitados – . Y yo le dije “te voy a escribir un libro”. Un volumen inédito donde el héroe es siempre Jorge, empezando con San Jorge como leyenda milenaria. Así comencé a escribir cuentos, cosa que es facilísimo, ya que no hay más que mirar a la realidad”    La realidad, palabra que debiera ponerse con mayúsculas, recordamos a Cela, escultores de la vida y los grandes ojos que lo ven desde diferentes puntos. Sus referentes,  “Unamuno y Baroja, de la novela intelectual a la historia con diálogos, esos son mis grandes modelos”

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Nos inundamos en la Realidad ya coronada, la nuestra, la de las letras, para alzarnos, atraídos por las grandes estanterías que nos guían en el silencio explosivo del pensamiento concentrado. Los aposentos tienen libros y chimeneas, “el hogar es la chimenea y la gloria, que nombre tan bonito, gloria” . La España explicada desde la historia, censos, novelas, en su habitación residen su obra, más de cien ejemplares, que imagino como la solidificación de sus sueños colocada en estanterías. Hacia los pisos de arriba el olor del papel se hace vivo, fantasma de siglos para vestir volúmenes de historia y todos los censos de España, manuales de educación de otra época más aplicada, Enciclopedia Álvarez…

 El tiempo a estas alturas se detiene en presente absoluto y me muestra un regalo: “mira, esta es mi primera novela”, de la primera a la última, me dedica las dos sentado en su despacho. Le fotografío haciendo contraste con su retrato, y el otro Amando nos mira fijamente desde la pared, divertido, mezcla de tiempos, fusión de mundos.

“muchas gracias, por esto, Amando”, decimos agradecidos, niños felices. Amparo fuma en el columpio con los libros y todos sonreímos desde este otoño de hojas sublimadas. Nos abrazamos, suerte para mañana, gracias, dejamos al maestro como un torero velando armas mientas me acuerdo del personaje anónimo, tan real de pueblo, de pana y gorra que pronunció la mejor definición: Amando de Miguel, un carácter.

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