Estamos a escasos días de introducirnos de pleno en esas fechas que rebosan el número aspirando a dar Sentido a la Vida. Por tanto. espero sigan preparándonse para ver si reciben un toque de Gracia o algo que les abra el entendimiento. Este Adviento, de por sí fiesta invisible, está siendo especialmente intenso por contraste con un mundo envalentonado hacia su destrucción desde su dialéctica inmanente y colorín. Esperanza que se hace grito necesario ante el despiste ornamentado que pierde a un personal, ya de por sí bastante perdido y asustado. Con sus historias de miedo y derechos reproductivos que acaban con la especie, se regula, entre aplausos, el exterminio de un prójimo.

Trampas maquilladas que no ocultan escenarios que no hacen más que mostrar una estética del fracaso, por muy iluminados que estén. Algo así como el pueblo utópico liberal del film “Qué bello es vivir” imaginado desde la ausencia de un reaccionario George Bailey.

Es entonces, en este panorama, cuando nosotros salimos del agobio y, como siempre, vamos a lo nuestro. Y lo nuestro no es más que dar la espalda al circo y estar atento a lo que importa, que nos es otra cosa que la Realidad, vamos. Palabra sumamente compleja que se acaricia desde ese Misterio que sobresale por encima de una matrix cutre con que nos llevan al matadero por vía del vacío.

Así que, un año más, hemos terminado de descubrir, mejorar, describir, gozar, nuestra maqueta del Misterio en un salón, que se convierte en altar de toda la casa. Maqueta en cuya construcción puede participar toda la familia y viene a ser como un juego de mesa apto para todas las edades y corazones. Miren: a un lado se pone el Poder con su castillo, al otro la Verdad en una choza; en medio un mundo de pastores, artesanos, ciegos, lavanderas, profetas, granujas, bodegueros, vividores, librecambistas…(lo que se les ocurra, en fin) que, en alianza con sabios, escuchan una llamada desde inteligencias puras para arrodillarse ante un niño sin techo anunciado desde más arriba del cosmos en clave de Buena Nueva. Elijan posiciones en el tablero y estudien cuál es su rol. El juego, más antiguo que el mundo y cuya historia se va desarrollando diariamente, tiene dos salidas, muchos laberintos y no pocos cul de sacs, dependiendo de cómo se muevan las piezas. En principio hay dos caminos exitosos: unos llevan a fortalezas, otros a pesebres. Ambas metas desvelan una lucidez que nace de una fuerte actitud del espíritu que, como imanes, se mueven cíclicamente en tendencias. Toda la Historia está ahí, contenida en ese tablero, pero sólo unos pocos llegan a entenderlo. Todos estamos ahí, queramos o no, aunque nos tememos que la mayoría de los participantes se perderán en el limbo de las montañas mirando a las musarañas sin saber siquiera que el juego está avanzado y el tiempo se acaba.

En todo caso disfruten del vídeo. Es un juego que ya no se ve en lugares públicos, es muy peligroso y será prohibido pronto.

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