El primer recuerdo de Escohotado que tengo fue en una Clave de Balbín donde don Antonio aguantaba estoicamente la bronca de la madre de un drogadicto. Yo no podía estar más de acuerdo con la mujer, en aquellos tiempos de genocidio e ignorancia auspiciado por el señor Tierno Galván al grito de «al loro y el que no esté colocado que se coloque». En aquel entonces yo era muy joven para esos temas tan grandes y, naturalmente, me equivoqué en la apreciación. No, porque no entienda a esa madre demasiado, sino porque no entendía a Escohotado nada.

Hay dos personas que empecé odiando profundamente, allá en el siglo XX y que casi he acabado bendiciendo años más tarde: Albert Boadella y Antonio Escohotado. Uno por blasfemo y otro por criminal, cargos que se demostraron falsos y que, solamente por mi torpeza, di por válidos. Hay que saber rectificar, pensar en la cara del toro y dejar el tiempo que de más información. No significa que yo esté de acuerdo con esta pareja, ni mucho menos, pero hay algo mucho más importante que el acuerdo, que no es otra cosa sino que el respeto.

Antonio Escohotado es un caso del todo excepcional. Pertenece a esos espíritus geniales que hacen de su existencia laboratorio humano. No sólo intelectualmente, sino físicamente. Otros sujetos del mismo alcance pero de diferentes latitudes serían Ramiro Calle o Dragó. El hecho de filosofar integralmente desde la experiencia y acertar, merece todo el respeto. Frente a los académicos de títulos, becas y vacío, nos encontramos a entes que, ante todo viven, logran sobrevivir y desde ahí escriben su obra. Escohotado ha pasado sus etapas haciendo una vida plena y llena, ha cambiado sus puntos de vista y ha dejado el mayor tratado sobre drogas que ningún humano haya hecho sin haberse quedado colgado en el intento. Respeto absoluto para él, aunque no haya acuerdo personal, no en los temas sino en el punto de vista. Escohotado tiene un esquema de pensamiento Hegeliano en cuya dialéctica no puede encontrar acomodo un hombre realista como yo. No importa en absoluto. La actitud es la que hace las biografías y su actitud era conocimiento y trabajo.

Lo siento muchísimo, Antonio Escohotado, uno de los nuestros, DEP

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