“Caro amico ti scrivo, cosi mi distraggo un po’ e siccome sei molto lontano piú forte ti scriverò” – LUCIO DALLA.

Te escribo, bella Oriana, en este día de recuerdos desde este occidente para ser olvidado. Lo estarás viendo, mia cara, lo sé, en esa eternidad católica a la que llegáis las almas ateo-cristianas y limpias. Bueno, ya lo viste aquí, y muy claro, desde la lucidez caliente de un alma que se definía en orgullo y rabia.

Lo denunciaste hasta el final, en el último hospital, Vía Crucis vital de luz última, y en cuestión de horas le falto tiempo a tu occidente amnésico, traidor y viscosillo para responderte mandándote al ostracismo. Con esa contundencia que utilizan los cobardes para atacar al que pueden, mientras silencian lo obvio.

Septiembre es el aniversario de tu despedida del mundo, justo después de la última tragedia americana… y ya ves lo que hay. Todo se acumula en este preludio otoñal y los medios ejercitan la hipocresía del juego desde imágenes de periodistas en naranja siendo decapitados en el desierto sobre fondo negro, sufrimiento de niños que mueren para ser pasto de rapsodas sentimentales y, sobre todo, la invisibilidad de cristianos exterminados. Ese martirio no existe. Mientras tanto el pueblo occidental, tan corto, sigue en su nivel portando camisetas del Je suis Charlie.

Tenías razón en todo, mia cara. La doble invasión funciona exacta con su engranaje perfecto y la barbarie de fuera se abre desde dentro, como en Roma, como siempre pasa en todo el derrumbe de civilizaciones. Que se caen, en el fondo y forma, desde el interior, por ese instinto de autodestrucción que sale del corazón seco de una generación que ya nace degenerada.

Todo es una cuesta abajo al abismo, carissima Oriana, sin freno ni resistencia. En un tobogán de horror desde el establishment hacia abajo siendo tan cuidado por los medios, tan cómplices de esta mentira que estamos viviendo desde décadas.

Te echo de menos, mi manchi tantissimo, y me imagino el rictus de tu cara al ver lo que pasa diariamente. Tenías razón en todo y ahora ya no tenemos ni margen para escapar ni voces como la tuya que griten para dar forma a las alas que nos pueden hacer volar: la rabia y el orgullo.

Stammi bene e prega tanto per noi, bacione.

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