Teresa Sánchez «Mesetaria»

Me gusta dibujar. Una afición que, desde pequeña, me ha permitido entender el mundo en su código de retazos y colores. Del estudio de la imagen estática en sus diferentes estilos, siempre he encontrado inspiración en autores de cómics y viñetas, asi como en la síntesis fabulosa del mundo de las caricaturas. De la observación de su tarea he aprendido la pulsión vital que, naciendo de la minuciosidad y economía de las líneas, se hacen movimiento en mezcla de gusto y talento. De este milagro de la inteligencia brota una expresividad que comunica inmediatamente la intención de un autor que junto al guión de la historieta, hace filosofía de un «simple dibujo». 

Ese arte especial lo conseguía Quino con un trazo que es a la vez sencillo y dinámico. Sus viñetas contienen ese dinamismo que comunica una intención que, siempre con varios sentidos, desarrolla muchas ideas en un formato tan reducido. Eso es un artista.

Pero decir Quino, es decir Mafalda. Su personaje más famoso en una obra enorme que se ha hecho reconocible y especial. Esa niña lista, impertinente y sagaz que plasma en cada viñeta una acertada visión de la realidad y la convivencia humana. Acompañada de su familia y amigos nos presentan un micro cosmos en que nos vemos representados con humor y acierto. Nos presenta la vida, la política y las relaciones sociales con una perspicacia e ingenio que nos seduce irremediablemente.

Los diálogos y expresiones de sus obras son reflejos de cómo veía él el mundo. En la visión  capitalista de Manolito, el esnobismo de Susanita, la ingenuidad de Miguelito, la apatía de Felipe… vemos estereotipos en que todos nos vemos representados. Ese pequeño mundo es tan genérico y a la vez tan agudo, que lo podemos aplicar a lo que nos rodea y reconocernos en alguno de ellos.

Quino se ha ido y eso nos genera un agujero en el alma a los que hemos admirado sus dibujos, su humor y su filosofía. Sí, porque es una visión del mundo crítica y analítica como la que él tenía: contada con humor y sencillez, que constituye toda una teoría filosófica expresada con sencillez con dibujos geniales que nos abrían los ojos. 

Adiós Quino, sigue tu camino con esa claridad y esperanza. Si la inmortalidad es dejar un recuerdo permanente, tú has dejado una familia de personajes que nos acompañarán siempre. 

Me quedo con Mafalda, que es genial, pero también con Guille y con Felipe. Es más, la frase que me viene a la mente hoy es una de Miguelito: “Nadie parece darse cuenta de que soy un buen tipo”.

Y eso es la clave de una vida. Yo sí reconocí que tú, mi admirado Quino, eras un buen tipo.

Descansa en paz y hasta la vista. Gracias. 

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