No ganamos para disgustos en este agosto pandémico y surrealista: a la fuga del emérito Juan Carlos se nos une la amenaza de abandonar la Liga el futbolista Messi. Dos cracks, cada uno en lo suyo, que nos pueden dejan colgados en un estado cogoberbado con desconsuelos confinados. Uno lo ha comunicado por burofax y el otro, fiel a sus orígenes pues el-que-no-sale-a-la-raza-se-le-mata, se fue «a la francesa» y destino confuso. Los dos personajes nos dejan un vacío difícil de llenar, pues han sido protagonistas rabiosos de la actualidad, mimados por el ruedo mediático y han destacado hasta el límite en lo suyo. Y es que ni hace falta ser del Barsa para admirar el juego de Messi, ni por supuesto hizo falta ser monárquico para valorar el rol de JC. Este último hizo la marca del juancarlismo como seña de identidad superior a la institución que representaba, así como Leonel hizo de su apellido, santo y seña que sobrepasa a un club que ofreció el mejor juego estético de un equipo español. 

El problema, matices que nos dejan un mal sabor de boca, en fin, es que los dos se van por la puerta de atrás y sin ánimo de pagar sus cláusulas de rescisión. Vaya. Aunque al futbolista le quedaba un año de contrato, habrá lucha jurídica por la letra pequeña contractual que exige ser revisada por el tema de un Covid que hace que los tiempos se midan de otra forma. JC, por otro lado, ya estaba jubilado y no quiere saber nada de cláusulas ni revisiones patrimoniales, ni de leches. Dice que si quieren algún papel que le avisen a los Emiratos y ahí, ya verá y que si se le manda venir, pues viene, aunque no se sepa donde está, claro, que esa es otra. Además los dos piensan que bastante han dado a las organizaciones en que han estado, como para encima tener que dar explicaciones en su retirada. 

Estos flecos nos saben mal, mayormente por las formas, las prisas y sobre todo, por el peligro que tiene viajar en estos tiempos. Y es que no se hace caso al Herr doctor Simón, que con su tono vírico se agota para repetir querer lo mejor es quedarse en casa, mascarilla y distancia larga. Sugiero que si están agobiados se den un voltio por el país, que es muy bonito y si se tiene cuidado, no pasa nada. Precaución sí, pero miedo, no, como dice el doctor Sánchez. 

Desde aquí queríamos decir a estos prohombres que lo pensaran, de verdad. Si un 2-8 no puede borrar una trayectoria brillante, mucho menos una Corina puede hacer un jaque al Rey, pues esos movimientos son aptos para las Reinas, no para sotas por mucho oro que posean. Porque nosotros, los eternos peones del juego vamos a perdonarlo todo, en cualquier caso. Así que si deciden volver dejaremos de gritar por las esquinas de la historia el «que se nos les llevan, que se nos les llevan» o a las puertas del Nou Camp el » Bartomeu dimisió». 

Y es que somos como somos.

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