Apenas terminé de rezar ayer un Misterio por el alma de Blanca cuando, al pronunciar las palabras Descanse en Paz, la pantalla de mi tableta se abría con especulaciones sobre su muerte. No es ni bueno ni aconsejable, jurar en hebreo tras tan sentida plegaria. Bueno, nunca lo es, claro, pero mi estado de nervios, tan susceptible ante la mediocridad del prójimo, me alteró. 

Los buitres no descansan y cuando tienen carnaza no la sueltan.  Bajo la coartada falsa del «derecho a la información » junto con ese mito llamado «periodismo de investigación», ya veíamos lanzar insinuaciones que, con eufemismos de «posibles causas de muerte» no se oculta más que el titular sangriento y deseado con la palabra «suicidio». Así por las mañanas, el relevo lo recogían esos espacios «rosas», ayer «herreros» donde siempre se deriva la escorias de forma amable. Allí vemos en el plasma hacer carrera a tipos listos, de estos que buscan medallas entre cadáveres y sufrimiento para hacer currículum. Su escrupulosidad en la «investigación» nace siempre con la sospecha y termina con la insinuación inútil que marca heridas a fuego. Se abre así el mercado de pseudo información con cuña publicitaria.

Miren, que Blanca haya tenido problemas o no, que haya decidido tirar por la senda del medio o no, es su problema y de su familia. Íntimo y personal. Y si alguno es lo suficientemente zote para saber que su revelación puede solucionar algo, hay que decirle que no es el caso. Con un poco de dignidad deberían de callarse, respetar y ayudar. Ayuda que no puede basarse más que en el permanente homenaje a una estrella del deporte español. La gente no es tonta, la intrahistoria ya la intuimos todos, pero el escarbar para nada con el único objeto publicitario no vale.

Dirán inmediatamente las voces engoladas de la mentira y prepotencia que es labor sacrosanta del periodismo ir al fondo de la noticia. Pero hay noticias cuyo fondo no hace forma alguna. A esos puristas falsos habría que recomendarles investigar, si quieren, por ejemplo,  los centenares de muertos por terrorismo y enterrados por el Estado cuya investigación, no es que no esté completa es que ni tan siquiera ha sido comenzada. Por poner un ejemplo, vamos, que en España hay muchos muertos pendientes. ¿Lo investigarán con tanta meticulosidad como con la autopsia de Blanca? Ya sabemos la respuesta: en este Estado enfermo, la prensa sólo machaca a quien puede, no a quien debe. 

La noticia es que nuestra Blanca, figura del deporte español y sonrisa permanente ha muerto y la rezamos. Y más rezada será porque adivinamos el sufrimiento como si fuera nuestro. Dejen en Paz a Blanca.

Punto, basta y Amén 

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