Pues aquí estamos. Nos alcanzó la última semana de Abril, aguas mil, revuelta de espasmos y recalentada por cambios de presión. Llegó la recta final que terminará al sprint con meta de montaña que corona un mes fin de ciclo.

Desde que el Doctor Sánchez tuvo a bien convocar elecciones tras su audacia de timón, estamos en una campaña permanente de la que ya ni siquiera sabemos su origen. A veces parece que empezó hace mucho, otras que fue antes de ayer. Recordamos en sepia la Moción, que parece cosa de años, con el cadáver de Rajoy, que en paz descanse, reliquia incómoda que nos parece del siglo pasado.

Para mí empezó en un mes caliente de Marzo, cuando corríamos alegres de manifa en manifa entre las terrazas de Madrid. Aquellas del día 8, para empezar, cuando las chicas “ripiaban” aquello de “estoy hasta las tetas de hacerte las croquetas”. Coro exquisito en el marco de una luna creciente y asustada sobre una Cibeles púrpura que incitaba a una poesía más pura. Crecía la luna con paciencia cuando llegaron los indepes, en otra noche deliciosa para cantar la estaca como un coro de borrachos, invitándome a abandonar la fiesta por español. Pero lo mejor, en ese mes prodigioso fue junto al Reina Sofía cuando un león solitario y desmelenado daba vueltas a un círculo mientras despotricaba, frente al mundo, presumiendo de nostalgia de pañales tras mirarse las manos llenas de sangre tras haber matado a toda una corte. Macbeth Iglesias supuso un broche de oro, trágico, a un mes hecho para la calle y el desencanto.

Vimos así crecer la luna hasta que llegó Abril nublado. Desconectamos del mundo para ver crecer el astro del Sentido y vivir la Pasión en mi tierra ensombrecida con la entrada de un aniversario republicano a la hora del vermut en provincias. Entre inciensos llegaron insultos resentidos de miembros del nuevo caciquismo local en Domingo de Ramos. Semana Santa de Via Crucis cancelados, oficios de barrio, Encuentros con el Logos, Horas Santas, Redentores, hornazos y mantillas blancas.

Y aquí seguimos. Cada vez más viejos pero más guapos, muy conservados entre la salvaje Gracia del Cielo y el “eternorretonismo” domado de la Tierra, dos invernaderos perfectos a los que, si se accede con la lucidez suficiente, pueden ayudar a salvar el alma. Única forma, de todas formas, para navegar por los calendarios conservando el corazón en óptimo estado.

En fin, al grano. Esta semana tiene vida propia y parirá siglas de alcance, 28A, coordenadas de tiro al blanco a un sistema tocado que podría estar hundido. Las mentiras se formalizan en encuestas, en votos útiles e inmorales, en miedos psicológicos. Por encima de la propaganda y el show amañado de los debates, hay un clamor en verde imparable, un miedo azul, una rabia roja, un enroque naranja y una chulería morada  que se trasluce en vómito arcoiris. El crisol de España se deconstruye en sus colores y el manto gris de años se rompe. Esperemos que el rompimiento de gloria rubrique, por fin, una primavera necesaria. Mañana a leer en el día de Cervantes y a recordar romances Comuneros. A partir de ahí, a saco.

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