Segundo domingo de enero, bautismo del Señor y fin oficial del Tiempo de Navidad. En los madriles siguen las luces puestas reflejadas por nuestro sol existencialista que ilumina y no calienta. En todo caso más caliente que el de Castilla la Vieja donde hemos dejado a la tribu de pingüinos calentándose con antorchas en récord de participación. Enero se mueve así, a golpe de motor y Bautismos de fuegos que motivan para conquistar el temible Tiempo Ordinario, palabra horrible que rima con monotonía, pero que no es tal. Los que nos movemos alegres entre Pascua y Pascua llevamos bien estos Tiempos entre medias que no son sino paréntesis entre Advientos y Cuaresmas, esos dos espacios de carácter, fuertes de motivación a un cambio interior que nos salve de la demolición exterior.

Así, esta semana que entra nos traerá a un San Antón que, aquí en la corte, ya está bendiciendo perros, gatos, tortugas, moscas, pitones, dinosaurios…y demás seres que, desde el estatus de mascotas, acompañan las crecientes soledades del humano. Lo vimos esta mañana en misa de doce en la parroquia de Don Ángel, el padre de Mensajeros de la Paz. Al sonido de las toses de la feligresía sin techo que dormitaba en los fondos del templo, se unían ladridos inquietos de canes evangélicos. “Es la iglesia viva, la que realmente acoge a los desahuciados”, me dicen emocionados mis ángeles militantes a los que invito en  visitas espontáneas. Con ambiente, desde luego, pienso yo. San Antón, en todo caso, nos bendice a todos más allá en el altar, con permiso de Francisco, Pablo VI, curas Llanos y demás protagonistas del lugar.

Nos gusta esa iglesia, mayormente porque el Santísimo está visible desde el cristal exterior con vista al mundo de Gomorras y compañía. También porque vemos una honestidad que hace forjar la coherencia de su espíritu interno. Cuando recibo visitas las llevo allí a ver cómo reaccionan. Sobre todo porque el perfil de mis invitados es más de la Concepción, en fin. Si pasan la prueba vamos a San Carlos Borromeo, pero eso ya es otra historia. En fin, que ha sido un buen domingo y un gran colofón de Tiempo de Navidad, seguimos en el proceso de conversión a ver si nos llega algo de Gracia. Amén.

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