Rompió agosto en madrugada,

amando una luna nueva

que, entre ilusión y nostalgia,

dará luz a un alba abierta. 

Plena de orgasmos celestes, 

con rotación de verbena

la luna sublima el rostro

con rubores de canela.

¡Agosto viene bravío!

Acumulado de esperas,

su celo calienta a un sol

que embiste estrellas en vela. 

Yo lo admiro en mi ventana:

amor que transmuta esferas

haciendo de un astro, mujer,

endiosada de belleza.

Su áurea blanquea mi lecho

mostrando a mi compañera:

secuestrada en su Morfeo

me cobija el alma izquierda.

Fugaz, me arrimo a su Olimpo

susurrando por sorpresa 

vocales de mantras tiernos

para excitar su conciencia. 

Me fusiono en sus costados

como una cuchara eterna,

mis brazos hacen de escudo

protegiendo fortalezas. 

Un gemir de los preludios

abre telones de orquesta:

sonatas de corte angelica

entonan coros de seda.

Las órbitas celestiales 

se encarnan en la meseta

de sábanas empapadas 

bautizando a una pareja.

Me aparto y miro su rostro

sonrosado de respuestas

al igual que aquella luna

que allá afuera nos observa.

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