Agosto se explica como una tormenta de estrellas. Las llora el Cielo de San Lorenzo y se recolectan desde el cosmos Madriles. Ayer le llegó el turno a Nati Mistral, dos años antes la precedió Morgan, mi Lina. Dos astros castizos, preñados de vida vivida, dan a luz para unirse a alumbrar el firmamento. Se fueron así, al Presente Absoluto y casi compartiendo fecha, en ese tardoagosto inaugurado por San Roque tras la Paloma Ascendida entre pinares.

La Mistral  se fue como vino, chulapa rapsoda con verso y pensamiento propio, lenguaraz y provocadora. Desde su Gran Vía había visto mucha Historia, la real, la que sucede, no la memorizada en dogma desde el adanismo de los nuevos legisladores de la realidad. Y como la había visto, y bien vista, con su mirada de niña de ojos negros, la imagen se grabó en sus neuronas afiladas, tan tiernas como lúcidas. Historia que, desde La Capital y la España del otro lado del hemisferio, en el trajín invariable del tiempo, la vio reconocer en esta última etapa de su biografía. La escuchó, desde la gramola nacional, en tono de chotis eternoretornista, que viene a ser el ritmo nacional de la sufrida piel de toro. Y como la vio y escuchó,  la explicó sin complejos ni temblores, con cadencia vocalizada, con ese deje crecido y quedón que gastamos por aquí. En fin, chulo, que nos dicen los de las periferias de la envidia.

Explicaba así la realidad con la misma majestad con que recitaba a Lorca, escritor que adoro gracias a ella, liberado en su boca desde el secuestro soez que la mugre vestida de intelectualidad y rencor le han cubierto para momificarlo en su provecho. La voz, su voz, así no sólo liberaba en testimonio la Historia de los impostores sino que descubre el Arte frente al secuestro de los iletrados. Sólo por eso, guapa, tu testimonio vital y tu talento hacen que, aparte de mostrarte humildemente mi amor eterno, tengas un sitio en el parnaso de los luceros.

Ya sabes que ni tú ni Morgan, mi Lina, tendréis una calle en Madrid. Ni calle ni callejón. Pero no importa, el Madrid de ahora sólo es visible del skyline de las cuatro torres hasta el firmamento. De ahí para abajo está lleno de mierda, y hasta que no lo adecentemos, mejor no pisar. Las estrellas se ven siempre, porque tienen luz propia y respetan el Orden de la creación, y tú has brillado con creces. Dame saludos a la Morgan, mi Lina, y rezad por nosotros en clave de verso y risas.

Nati Mistral, gracias y DEP

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