Caen aguas entre las grietas de la vieja Castilla. Y caen lentas, en pequeña serenata nocturna, soñándome una Irlanda mesetaria que renace entre cenizas de ríos salados. “Abril aguas mil”, dicen los veteranos de la sabiduría popular, esa que siempre es cierta y que sólo reconocemos en la madurez, esa vejez prematura. Amanece entre agonías un lunes de agua duplicado, desde un Olimpo interpretado hasta ríos alborotados. Aquellos, precisamente, que hoy debemos cruzar, como antaño y como siempre, para tornar a nuestras diosas paganas a las orillas postcuaresmales de la primavera. Corremos a dar la mano a meretrices y musas, fatales todas, cuyas malas compañías, bendecidas y queridas se nos acomodan con sonrisa en barcas míticas de almidones, picos pardos, carcajadas que sonrojan carmines inspirados. La mesa huele a hornazo, perfume y vida cuando sacamos la mejor vajilla.

Pero un luto Madriles llega entre el medio de las aguas y la fiesta, con un rugido de expiración en A menor. Un artista ha caído en la mañana gimiendo acordes de sangre española, pasión gitana. Y de repente, con sorpresa… no sabemos qué contestar. Rezamos pues, entre lágrimas grises y vinos negros mojando de emoción un pan de lomo y huevos, manjar de esponja que se nos deshace en la boca con una amargura de ausencia. Brindamos en latín, Fiat Voluntas Tua, mientras miramos por la ventana entre la lluvia saludando en pañolada al alma de un buen hombre.

Pero la vida sigue, histérica y la BBC nos abre con un “Panama Papers” a la hora que empezamos a masticar el chorizo, telepatía mátrix que mimetiza un simbolismo de viandas con vividores mundiales, apellidos largos, fortunas de los afortunados, legión de asaltantes de la gloria. Una lista entre creadores de la nada, deportistas de mafia, establishment disperso, se encarnan en un marxismo vertical de un mundo unido en Panamás, Caimanes, Gibraltares, madres patrias que acogen su orfandad moral de hijos de puta.

La digestión descansa a media tarde mientras el día va clareando y nos llama el bosque encantado para pasear la tarde, limpiar la mente, bajar hornazos, pensar en movimiento en el Dax30… cuando, entre matorrales, veo la sonrisa de Chus Lampreave saludar por el camino. Cómica inclasificable de acento propio y mirada de vecina del cuarto, en una entrañabilidad posmoderna. Se van dos-artistas-dos en este día de aguas para dejar una noche azul Van Gogh de estrellas invisibles.

Manolo Tena, Chus Lampreave DEP

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