Me acordé de Fernando Martín. Siempre me pasa cuando la selección nos enseña una nueva ruta al heroísmo. Sucede en esos instantes eternos que brotan en los “finales” trágicos de partidos clave y, tanto los protagonistas como el público, están a flor de piel. Es entonces cuando, de pie en mi salón frente al monitor, vuelvo a ver al mito pedir el balón, dando gritos ante rostros desencajados antes de encarar con fe esa victoria que cuelga de un aro.

Siempre, siempre me acuerdo. Con los Fernando Martín y compañía crecimos una generación que aprendía a entender el juego, su tensión y sus valores. Lo dijo Romay en una entrevista: te pueden dar el brazalete por antigüedad, pero uno sabe quién es el auténtico capitán. Comenzaba el baloncesto a ser popular en España, entre duelos del Madrid en Barcelona, genial hinchada de Estudiantes, aquí el Forum del Pisuerga, copas de Europa con Petrovic vacilando, la URSS de Sabonis… Comenzábamos a entender el tiempo de otra manera en el deporte más místico del mundo capaz de eternizar unos segundos rebosantes de latidos alborotados. En ese espacio único, e insoportable, es donde se fraguaban los héroes, convirtiéndose el gran jugador en leyenda pidiendo el balón cuando nadie lo quería.

Eran los principios de una historia que la selección nacional llevó a la perfección. Y lo llevó cuando más difícil parecía que lo tenía: en este deporte de 5 sujetos, con esquema inicial de 3 españoles y 2 americanos, en aquella distancia de 6,25 revolucionaria, se abrieron las fronteras y casi todos pensaron que a los 2 americanos se unirían 3 europeos del este y… fin de fiesta. Pero pasó otra genialidad ibérica. La España en extinción se reinventó como un milagro y, desde el ejemplo de los viejos mitos, nacieron gigantes nuevos que, no solo exigían el balón para sí con desfachatez sino que sabían botarlo bien aunque midieses dos metros. Desde esa actitud entró una generación descarada y la NBA se conquistó en EñE y la selección se hizo equipo.

En cada alegría, en cada gesta de estos gigantes veo siempre a los míos, pero en especial a la sombra de Fernando Martín en la actitud que porta Gasol y compañía.

A todos esos héroes que tanto nos dan, que quieren el balón cuando todo el mundo se asusta, sienten el momento de infarto como suyo y nos enseñan a vivir esa inmortalidad que habita entre los segundos que nunca se acaban. Gracias.

2 thoughts on “LA GLORIA DE LOS SEGUNDOS INMORTALES

  1. Sí, buen partido el penúltimo…Ya veremos el último frente a la dura Australia…Ah no, que Australia siempre pincha estrepitosamente con todos o casi todos salvo con EEUU, que siempre realiza el mejor partido DE SU HISTORIA.

Deja una respuesta

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies