La primavera estalla la mañana de sábado al salir por Cuzco. Camino hacia Capitán Haya donde un Meliá Castilla se engalana en verde. En el vestíbulo pregunto en una mesa pequeña dónde es la asamblea de VOX. La señora me mira con sorpresa y me dice que no sabe, que su asamblea es de la “logia española” o algo, perdón, nada, nada. Sigo mi camino siguiendo carteles en verde hasta acreditarme por fin en otra mesa sin logia.

 

Hay ambientillo de fiesta, caras conocidas, risas ilusionadas. Las gradas de un auditorio abarrotado acogen ya conocidos del mundo virtual que han venido de todas las esquinas de la piel de toro para estar un día en LosMadriles y no perderse esto. Debe de haber mil afiliados entre dos salas de los tres mil que hay en España.
Se encienden las luces y entra un paseíllo eufórico y saludón que se coloca en una primera fila de protagonistas. Saludo a Abascal y se van colocando todos en orden. Y es que hay un orden estricto en estas primeras horas del día donde se trata de aprobar cosas, reglamentos, personas, cláusulas. Es la escrupulosidad necesaria y aburrida de las inauguraciones donde el público se convierte en un unánime “SI” a golpe de pancartazo.
Lo interesante comienza con las palabras de presentación de José Luis González Quirós, un hombre que transmite bienestar, rigor, afabilidad, quizá por la forma de vocalizar. Así como si nada suelta una primera genialidad diciendo que aquí «se trata de elegir dirigentes provisionales sobre principios permanentes, y no al revés, como otros”. Muy bueno, a porta gayola, la primera en la frente, aplausos. Me voy al otro lado a hacer mas fotos tras tomar nota de la frase en mi tablet mientras los «sies» primaverales siguen brotando de afiliados entregados. La mesa queda alegremente compuesta a la derecha del escenario.
Se sigue votando y aprobando todo mientras voy rotando por el auditórium fijándome en la gente. El escenario brilla aun mas al acoger la personalidad de Cristina Seguí y continúa Espinosa de los monteros presentando a unos colegas de Europa que van a saludar y la pantalla abre paso en subtítulos. El Comité ejecutivo queda aprobado, todos se aplauden, todo en regla, el orden de los burladeros de las primeras filas se trasladará en la segunda parte a las sillas del estrado y comenzará ya la faena.
Todo va como la seda, la unanimidad es veloz y hacemos un descanso que aprovecho para hablar con el personal anónimo, que es el mejor feedback que se puede tener y así el análisis se hace mas vivo. Críspulo me mira prudente y me dice que ya me ha visto por ahí, en manifestaciones, cosas, dando vueltas con la cámara. Viene de Torrelavega y está por la causa. Le preocupa España y analizamos rápidamente la situación quitándonos la vez para estar mas de acuerdo.Diego viene de Cáceres, el tío, y me dice que no ha dormido nada porque estaba alojado en Malasaña y las nanas del bacalao le han roto la noche, pero está eufórico por estar aquí. Hablo con Ana, Victoria… y la impresión es la misma: hay una España huérfana que se reúne hoy ilusionada como en un oasis verde entre tanto fango gris. En mi camino al escenario pienso en esta semana, en otro debate complutense, desde otro color, distinto ambiente, otro-todo, pero conalgo en común: la terrible diferencia entre eso que se llama Estado y lo que es España. Se dijo en la Complu con tono marxista por un juez difícil y canario sentenciando que «España estaba secuestrada por el Estado». Quizá fue lo único en que estuve de acuerdo con él y eso es lo que, en otro microcosmos veo aquí hoy.
Interrumpen mis pensamientos la algarabía del retorno del segundo paseíllo que traerá los grandes discursos. Se inaugura esta nueva etapacon los tres primeros afiliados dando protagonismo al anónimo afiliado, simbólico gesto para resaltar quien debe llevar el mando de la nave.
Mas aplausos, pausa y Mikel Buesa, independiente y riguroso, aparece para hacer didáctica de la decadencia, primera reflexión del cómo-se-ha-llegado-hasta-aquí. Desde el hilo de la ley electoral y sus antecedentes históricos nos teje el catedrático una telaraña impecable desde la que no se puede escapar, eje del sistema nutrido entre subvenciones, financiaciones para forjar representaciones que no representan a nadie. Termina el aria con un suspiro de esperanza, que no llega a grito, porque se ve que es un hombre prudente.
Tras la descripción de la coraza legal va a aparecer la ingeniosísima y viva descripción del secuestro del espíritu por parte de un señor que me suena de algo y espera a subir al estrado para dar gracias por llamar a un jubilado. Claro que se quien es, hombre, Carlos Bustelo, ministro del primer gobierno de la democracia de “industria y energía”. Con una gracia in-crescendo nos dedica un canto que contiene la palabra «izquierda» en cada verso para explicar esa otra coraza, la ideológica, que nos tiene atados de pies y manos, que viene de un si-sostenido-a-todo en la transición y que con la influencia, entre otros de los sindicatos nos lleva a la ruina. Ataduras sin liberar dado que eso que debe ser el centro derecha no quiere dar la batalla. Confía, sin embargo,  en este entusiasmo que ve hoy aquí «que, vamos, ni con Suárez».
El contexto ya está marcado inteligentemente por dos sabios de fuera, ahora es el momento de matar al toro. Presenta el último tercio un héroe, un símbolo, nada más y nada menos que un hombre: Ortega Lara.
Da paso a Abascal, cada vez mas en su sitio, que va a hacer undiscurso de la Diferencia, versos como golpes para definir quién y quien no son. El aplauso se hace ovación con dos verdades: la mención al corazón y los valores de los españoles más allá de la economía y la mención al aborto: «Somos diferentes de aquellos que defienden falsamente a los discapacitados pero quieren matarlos en el vientre materno, porque nosotros defendemos la dignidad del hombre y la vida humana en todas sus fases». Lo rubrica con la mención a la capacidad económica fundamental que debe de hacer frente al cuidado de los discapacitados. Me quedo con eso, su fuerza y su verdad. Quizá lo mas importante en mi opinión del discurso y clave para el futuro del grupo.
Un «Viva España» rompe para dejar pasar a un irónico, locuaz y crecido triunfador último Vidal Cuadras con críticas a los partidos que el tan bien conoce entre metáforas socarronas de elefantes-estado, teléfonos que ofrecen cargos y costumbres de amiguismo que “premian al que fracasa y castigan al que triunfa”. Ortega y Gasset culmina su discurso como si estuviéramos de nuevo en el Teatro de la Comedia en el 34, haciéndome pensar en esta España eternoretornista que no acaba de parirse a si misma.
La gran diferencia de este grupo aparece ahora: desde la emoción unida y aplausos ilusionantes dejamos a los acordes de himno nacional que nos una a todos. Sin complejos ni problemas. Los afiliados de provincias salen corriendo contentos a Chamartín a coger el tren a casa y me voy a saludar a una rubia querida para hacer fotos y saludar en honor absoluto a uno de mis ídolos vitales: Ortega Lara.

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