Se vuelven a alzar las banderas esta mañana bajo un sol existencialista que ilumina y no calienta. Fin de luto en el ruedo ibérico tras días de elevación a los altares a un presidente fundante que ya descansa en su pueblo. Se cierra así una semana que en su trascendencia inmanente nos resume en sí misma el verdadero estado de la nación, ofreciéndonos una completa guía para entender nuestro drama patrio desde todos los puntos de vista.

Todo empezó en un anuncio de principio de finde donde un hijo resucitaba a un padre alertando con inminencia-de-48-horas un aviso a patrones y navegantes. El poder suspendió cocktails, reuniones, cambió agendas, engoló ceceos y desempolvó la estética enlutada de abrigos y corbatas. El otro poder –el cuarto por arriba – puso a todos los becarios a currar para deshacerse en adjetivos durante dos días entre especiales mientras se rodeaban clínicas como en una gran sala de espera nacional.

Entre tanto la calle tenía su propia ebullición en escapada a Madrid planificada de antaño y así, en formación de 6-columnas-6, se comenzaba un ensayo general de banderas esteladas y tricolores para la conquista de la capital entre eslóganes al amanecer, canciones por la tarde y leches ardientes al caer la fresca en una noche encapuchada. El primer ensayo serio de ejército popular guerrillero con la «dignidad» como caballo de Troya se ha realizado con singular éxito tras años recientes de pequeñas pruebas.

Se calienta así un sábado noche en baile de azul parpadeante desde una juventud que cambia el botellón por la cheira y se mueve veloz ante el estatismo de polis agarrotados por mandos, poderes y órdenes que les deja juntos como los antiguos romanos en formación de tortuga mientras van cayendo a las cunetas del paseo del Prado.Guerra televisada en youtube para nutrir nueva propaganda a golpe de edición.

Pasan camiones de limpieza en tregua de madrugada para amanecer un domingo que deja paso a una columna distinta, invisible que defiende vidas invisibles. La quinta columna hispana hoy no sale por la tele y clama por la vida entre globos y familias. Sale de domingo cuaresmal cantando alegre sin blasfemias haciéndose hueco en la capital amanecida. Solo la perturba, para publicitarla en los medios sin querer, el ya tradicional post carnaval de topless caído, sabido y tatuado de las chicas malas, anti vedetismo decadente y gritón que se hace un hueco a golpe de pecho en los rotativos.

Suarez mientras tanto seguía en el intervalo becquerianio, entonando el muero-porque-no-muero, en su progresivo auto-olvido inversamente proporcional al recuerdo in crescendo en teles públicas y privadas a las que solo falta cantar rancheras de héroe a aquel que apenas ayer no existía. Es la hora del café y cae lo inevitable a golpe de réquiem.
Pero tiempo al tiempo – First things first –  la tarde del domingo tarde porta su dimensión eterna y española que unifica al país en dos bandos distintos con el enésimo clásico-superpartido-del-milenio. El pan y circo se engalana durante tres horas para arrojar un silencio crepuscular en mi Barrio de Salamanca y cierto alborozo en Antón Martín mientras la mitad del país se acuesta soñando con árbitros de apellidos raros.

 

Y llega el lunes de colas infinitas, féretros, congresos blindados, paseos de duelo entre la oficialidad engolada del Estado y la espontaneidad de la Gente. Ambos en paralelo, durante 24 horas, rotan sobre sí mismos como Hamlet pensando si ser o no ser hasta, por fin, ponerse firmes entre sables para seguir a un carro de gala. La señá Cibeles será el punto donde la ultima caravana de coches ahumados tira por Castellana camino hacia la España eterna para institucionalizar al mito entre inciensos y vientos mesetarios.
Madrid se queda de repente vacio y a media asta. En un intervalo de desconcierto la vuelve a despertar la efervescencia juvenil de marcha en la Universidad buscando polis, mientras la tele vuelve a sus tertulias de histéricos dando gritos para nada y el Constitucional dicta sentencias como brindis al cielo. Ya de vuelta, instalados en el eternoretornismo del presente absoluto el tablero nacional se sigue resquebrajando en grietas tipo socavón bajo la ya, amplia mirada de su diseñador que desde la Meseta celestial del otro lado observa su hecatombe.
Al lado de mi casa veo como se alza la bandera parcheada en Colón y aquí no ha pasado nada. Todos nos preparamos hoy para celebrar como colofón el Día Mundial del Teatro.

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