Ha sido un finde completo, complejo, televisivo de mesa camilla. Se anunciaban temporales en el mundo natural y movidas en el virtual diseñando un mundo frío por fuera y recalentado por dentro, como un planeta errante preñado de rabia.

Todo comenzó con el famoso y anunciado paseíllo histórico de la Infanta en Mallorca, lleno de especulaciones y chistecillos –como el que el que el chofer de la señora iba a ser Fernando Alonso– que viene a ser un primer acto o ensayo mínimo al proceso mayor que muchos esperan contra la Corona.

Pasó lo que tenía que pasar, llegó puntual en coche y salió tarde con alguna ojera pero manteniendo una sonrisa inexplicable, la de una mona lisa que no se acaba de enterar del tema. Los mas contentos, of course, las sonrisas mas ciertas en diferentes tonos – internas, externas y ladeadas – la de los abogados de la Casa Fundante y de Massias poderosas tan orgullosos de la actuación de su  cliente: actriz de tres líneas y sonrisa doble a la que se despide con un discurso mas amplio de recogida de premio con el “todos somos iguales ante la ley y esto funciona guay”. Tras esto, el Juez Castro saliendo en moto escuchando el motor de su máquina y el eco permanente de sus 400 preguntas sin respuesta ribeteadas por el desconocimiento monosilábico de la imputada.

La actuación fue buena, dicen, de Goya merecido sin duda porque los guiones en esta etapa cultural nuestra están  al mismo nivel.

Esa alfombra roja que se omitió en Mallorca se despliega sin embargo horas después en LosMadriles para arropar contestatarios pobres a su alrededor y ser pisada por contestatarios ricos. Si en Mallorca el ruido ambiente era nulo – los humanos rebeldes mas cercanos estaban a mas de 200m – en LosMadriles la algarabía del mundo de la farándula se hace protesta en seguida. Y es que aquí en España lo mejor para disimular es unirse al grito, pegarse a la pancarta, y cantar slogans con fuerza. A los márgenes de la gloria gritaban figurinistas, cocacoleros y desahuciados. De puertas para dentro gritan presidentes amargados, actrices de un día y grandes apellidos de dinastía y celuloide patrio. La figura del ausente en España siempre da juego para dar caña.

Pues si, lo de siempre: quejas contra la política gobierno –si no es el PSOE– contra ministros ausentes y recortes dentro del marco autocomplaciente y sin autocrítica con citas a Machado y vítores a nosotros mismos, chicas que quieren decidir su vida, millonarios dando lecciones de populismo, y… al final que tenemos que aprender de Venezuela porque ven mucho cine local.

En fin, lo mejor Terele Pavez emocionada y Armiñán hablando de jotas, el recuerdo a los difuntos y el señor Cerezo que oyó decir su nombre cuatro veces por lo menos merecidamente.
 

Todos estos saraos, que son aburridísimos, en el fondo son buenos porque nos dan un resumen de cómo está el patio, mas que un telediario cualquiera y cualquier análisis, Yo empecé a comprenderlo cuando vi completo y asombrado un festival de Eurovisión en un pub de Irlanda con amigos europeos. Era antes de la crisis y en ese friquismo de descomposición ya se anunciaba como iba o va a acabar todo esto.

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