Primero fueron «Los Juegos» y ahora «El Juego». Tras un año de negativas se cierra para el Madrid que busca el milagro del maná, el eterno retorno de un tal Mr.Marshall berlanguiano con visitas pendientes para satisfacer la felicidad nacional.

Todo empezó con la utopía retroactiva de «Los Juegos» pendientes, que como una revolución debida nos iba a redimir de nuestras miserias «porque ya tocaba».  Nos vacilaron durante años entre visitas y comilonas hasta que, desesperados, con rictus de lunes por la mañana en el Ritz decidimos dar carpetazo con el famoso «relaxing cup of café con leche». Frasecita, by the way, colada por un anglo cachondo para darnos el último rejón.

Pero no pasaba nada, todos arriba, que la vida sigue se decía en los palacios y las tabernas. Una cosa llamada Eurovegas, mezcla molotov de Europa y Las Vegas, parecía que venía al rescate patrio. Uno siempre desconfió de esta mezcla de conceptos manufacturada made in USA. Si «Europa» no se corta un pelo en dejarnos tirados a la mínima, eso de «Las Vegas» quedaba demasiado sofisticado y peligroso. Las pelis no se cansan de mostrar que las ruletas solo traen burdeles en la periferia y agujeros en el desierto, como muestra  Scorsese. No es que al personal le importase mucho, claro, en un país modernísimo o post paleto de nuevo rico la procedencia del vil metal no es un problema, si acaso para calmar conciencias aplicábamos la moral del cigarrillo prohibido, el after black jack o after love.

Pero ni eso. Se jugó una larga partida con los yanquis entre faroles, órdagos y trampas y, cuando creíamos que estábamos casi fuera antes de envidar al juego levantamos  cartas marcadas y que encima eran de póker. Nos la colaron de nuevo y otra vez a hacer mas ruedas de prensa y devolver currículos vitae al personal que, en colas como en tiempos de Berlanga pedían prismáticos para ser felices. Esos CV se pueden ver ya colgados de los semáforos de la capital, pero de eso hablaremos otro día.

Como somos un país cachondo que no espabila, el gentío sigue soñando con dos ilusiones más: la lotería nacional  – que, tras ver el anuncio, ya podemos intuir hasta donde ha caído – y los regalos de Papa Noel que, lejos de traer nada ya se ve desvalijando casas del centro de la ciudad.

Yo, como soy un escéptico y paso mucho de estos arranques de progreso y promesas, lo tengo claro. Los que nos tienen que sacar de esto son Los Reyes. Pero lo Magos, cuidadín, sin sangre azul ni cuentas rojas.
 Pero eso será, claro, en el 2014.

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