En los países anglo-paganos, el día 26 se llama «boxing day» al ser la jornada donde se desempaquetan los regalos recibidos el día anterior. Esta tradición de los regalazos prematuros se ha desarrollado como la pólvora en nuestro país, tan proclive a absorber las modas foráneas. 

Yo no estoy muy de acuerdo pero cuando volvía-a-casa-por-Navidad, biografía pródiga, en los postres del 25, y antes de jugar a las cartas, colocaba con disimulo en la mesa del salón 5 grandes calcetines negros que custodiaban regalos. Negros, claro, con ribete blanco porque el símbolo irish que portaba tales presentes venía de la mítica St James Gate, no de esa marca americana rojiblanca.

Ese pretérito perfecto pasó pero por alguna razón siguen apareciendo obsequios este día: debajo de mi árbol ácrata hay paquetones y en la gran mesa aparecen envoltorios entre la baraja y las copas. Aunque los porta la familia se discute mucho la procedencia. Alguno habla -falsamente- de «papanoel», cuestión absurda porque ese individuo está vetado en palacio; los nacionalcatólicos del clan dicen muy serios que ha sido «el Niño Jesús» -lo que siempre me hace arquear mi ceja izquierda-; la parte escéptica calla y pide otra copa de espumoso. Yo, cínico pequeñoburgués pulido, arramblo el regalo, doy las gracias y sonrío sin preguntas.

Algo hay de uniforme en esto regalos anacrónicos. Son colonias y objetos que destilan hogar. Me encanta. Yo siempre huelo a lo que me traen, nunca elijo. Es un olor mezcla de amistad regalada y perfume propio de actividad pasional de tiazo inquieto. La mezcla no debe ser mala -fuentes ajenas lo afirman, yo no entro a juzgar mi olida-

A mi madre la han traído un pack extraño de nombre francés y que debe ser algo sobre «la eterna juventud». Está escrito en francés e inglés y hace falta un microscopio para leer el modo de aplicación.

Me dice que se lo lea y miro alternativamente al folleto y a mi madre me mira con atención desde su trono de pijama rosa.

-No creo que esto sea para ti. Aquí se habla de «maduras» -lo repite a cada línea-,  pieles secas, caídas…

Es una terminología de momias, regeneraciones, mascaras, minutos de aplicación…depresivo.

-Tu eres eternamente joven, Ros, tu cara es perfecta.

Me mira con dulzura como si estuviera piropeando en rol de niño cariñoso, pero no es cierto.

Yo admiro a las Divas, mujeres cuyo rostro refleja vida, esculpido de pliegues de ideas, sacrificio y procreación. Hay mas virginidad en ese mapa facial que en la sosez coyuntural de lociones que disimulan la oquedad interior, plática de discurso de segunda mano y uniforme de marcas.

Dejo de leer el prospecto, cansado, y miro los 5 botes de oro que hemos colocado en la mesa.

-Déjalo de adorno en el baño, los botes dan el cante… pero… tu rostro ni lo toques.

Se me abalanza con energía repentina y me planta unos de esos besos de madre -somos muy pasionales en la familia- y me dice:
-Buena colonia te han regalado. Me gusta.

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