El Instituto de Cuestiones Internacionales y Política Exterior –INCIPE– acoge esta mañana un desayuno de trabajo con Mr. Nicholas Kralev, experto en diplomacia y asuntos internacionales. Ha trabajado como corresponsal para el Financial Times y Washington Times. A partir de la publicación de su último libro ‘America’s Other Army: The U.S. Foreign Sevice and 21st Century Diplomacy’ nos explica cómo ha cambiado la diplomacia americana a partir del 11S.

 

Es una mañana de neblina en Madrid. La altura de los grandes edificios queda opaca y se pierde en un cielo gris. La diplomacia de altura quizá sea así, pienso, cuando me acerco a las puertas del INCIPE para un «breakfast» con un grupo de diplomáticos, periodistas y estudiosos congregados por Mr. Kralev.

 

Comienza la presentación con una declaración de intenciones al explicar el ponente que su primera intención del libro era la de investigar «cómo eran gastados sus impuestos» invertidos por el gobierno en el cuerpo del «Foreign Service». No le faltaba experiencia en este ámbito al haber viajado como corresponsal nada menos que con cuatro Secretarios de Estado: Hillary Clinton, Condoleezza Rice, Colin Powell y Madeleine Albright. Sin embargo, confiesa, esa no es la mejor forma de conocer el día a día y el rostro humano de los cuerpos diplomáticos americanos y sus funciones.

 

Por esa causa se dedicó a visitar las embajadas por su cuenta entrevistando a mas de 600 funcionarios internacionales, diplomáticos y embajadores para obtener una idea más real de ese mundo.

 

«La Diplomacia americana ha tenido un impacto en mi vida», afirma. Su memoria personal comienza desde los tiempos de la «Guerra fría» y su posterior conciencia de que la diplomacia no solo afectaba a su propio mundo sino a todos los habitantes del planeta en mayor o menor medida. Sin embargo ha habido una gran evolución desde aquellos tiempos llegando a un punto de inflexión: el 11 de Septiembre de 2001. Esa fecha rompe la idea de la diplomacia creando una nueva forma de hacer las cosas.

 

América se da cuenta de algo impensable: ser atacada en su propio territorio no era algo imaginable en su historia. La primera consecuencia es convenir de que cualquier país puede ser un santuario que forma terroristas y por tanto los asuntos internos de esos países se convierten en propios ya que repercuten en la seguridad americana.

 

De esta idea general la diplomacia se parte entre nueva y vieja. Esta última, la tradicional, resuelve cuestiones a corto plazo, pero la nueva debe buscar objetivos a largo con el fin de estabilizar el país objetivo y por ende la seguridad americana y mundial. De ahí se genera un nuevo concepto, el de persuadir a los poderes locales a crear «buenos gobiernos». Un gobierno débil que no es próspero económicamente puede dejar desvalidos a sus ciudadanos y ser pasto de reclutamiento por Al Qaeda, como en el caso de Mali. Desde esa posibilidad de riesgo el asunto ya no es local sino americano.

 

Esta visión trae consecuencias inmediatas. Obviamente los valores fundamentales por los que lucha América son los democráticos, sin embargo la prosperidad económica es que la que en mayor medida da seguridad al ciudadano. Esta nueva diplomacia, por tanto va a hacer que el rol de los funcionarios del «Foreign Service» cambien su mentalidad y cometidos. «¿Formar a arquitectos en Chile para construir palacios de justicia es diplomacia?», «¿Lo es ayudar a crear periódicos?», «¿forzar el cambio de la ley de adopción en Guatemala es una labor diplomática?». Son preguntas al aire de Krolev sobre casos recientes y la nueva implicación que define este nuevo enfoque.

 

Esta visión diplomática es compartida tanto por Bush como Obama. «Pero Obama cambió el estilo para lavar la imagen de América». Cierto, desde el Bushiano «let’s go out there to kick some arses» a las sucesivas entradas en el congreso de Obama hay un cambio, pero en el fondo la idea es compartida.

 

Y esa idea no es otra definida por el mantra de que «el único camino para que América sea segura es que el resto del mundo sea seguro». «Crear ese mundo es la nueva misión del «Foreign Service a partir de la prosperidad nacional».

 

Transcurre el desayuno en esta mañana y al finalizar le felicito personalmente por el libro y la difícil temática de escribir sobre un mundo tan lejano y ponerle rostro humano. Comento de pasada que están poniendo en TVE unos documentales sobre la América contemporánea narrados por Oliver Stone contando la historia, digamos, de otra manera. Sonríe levemente y dice «oh, right!» para no decir más.

Al fin al cabo Mr Kralev también es un diplomático.

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